Tuesday, January 08, 2008
Homenaje a Gustavo Salut
Este post es un homenaje a Gustavo Salut, rosarino, un tipo bárbaro que por esas injusticias de la vida falleció apenas comenzado el 2008 cuando estaba convaleciente de un repentino virus en la medula que lo había dejando cuadriplejico 6 meses atrás.
Gustavo me enseño a jugar al tenis, y en el camino muchas cosas mas. Habré tenido 10 años cuando mi vieja me llevo por primera vez a una escuelita de tenis que Gustavo recién había empezado en la Asociación Cristiana de Jóvenes. Como era una escuelita nueva los pibes anotados éramos pocos, según me acuerdo no mas de 6 en el grupo inicial.
Gustavo era de esos tipos únicos que contagian buena onda, optimismo y ganas de hacer y vivir todo. La ACJ ni tenia cancha de tenis en esa época, pero el tipo se las arreglaba marcando unas líneas improvisadas en un patio del fondo que originalmente se usaba como frontón o cancha de básquet. La pasábamos bárbaro porque no se trataba solo de tenis: mientras aprendíamos a pegar el drive y el revés nos cagabamos de risa. Yo era muy chico para darme cuenta de algo que entendí tiempo después, que para Gustavo el tenis era una excusa para transmitirnos lo realmente importante: su estilo de vivir la vida. Un estilo que privilegiaba la risa, el buen humor, el encontrarle un motivo de disfrute a la situación mas mínima. Gustavo, sin decirlo, nos transmitía con claridad que para que las cosas marchen y tengan sentido hay que poner entusiasmo, que se trata mas del corazón que de la cabeza.
Se ve yo no era el único que disfrutaba tanto la escuelita y en especial del estilo de Gustavo, porque con el tiempo fue atrayendo cada vez a mas chicos. Al final la ACJ le quedo chica, y entonces Gustavo decidió armar un complejo de canchas que llamo “Los Maderos”. Ahí pase varios veranos, traspirando como un chivo al rayo del sol meta devolver, y de vez en cuando tirando un winner que me hacia soñar con ser un tenista de los buenos. Después de una partido bravo, ganes o pierdas, Gustavo nos enseño que lo mas lindo es disfrutar de una gaseosa bajo la sombra de los árboles charlando con amigos. Sin apurarse, dejar que la brisa contra la transpiración te refresque y disfrutar de un momento de tanta paz que parece fuera de este mundo.
Una anécdota lo pinta bien a Gustavo. Resulta que al principio nos llevaba el mismo a “Los Maderos” manejando su Renault 4 rojo furioso. Entrábamos como 6 o 7 chicos, muy apretados, en lo que a esa edad era toda una aventura, una especie de road movie de cabotaje, lo mas parecido a los Goonies que me paso en la vida. El viaje duraba como media hora y Gustavo siempre tenia mil historias para contarnos que nosotros festejábamos a rabiar. Un día queriendo limpiar con el sapito el parabrisas nos damos cuenta que el chorro salía desviado, y mojaba al auto de al lado o si estábamos contra la vereda al transeúnte desprevenido. De ahí en adelante la diversión del viaje fue ver a cuantos mojábamos. Es difícil entender y transmitir como de este detalle puede salir tanta risa. Pero con Gustavo era siempre asi, como dije antes: el disfrute de lo mínimo.
Lo de profesor de tenis le quedaba chico. Además escribía cuentos y poesías, se recibió de abogado, tenia un programa de radio donde hablaba de literatura, y como entusiasta del arte muchas veces lo encontré de espectador en los shows de rock de la banda de mi hermano. En esas noches rosarinas su pinta y figura de deportista hacia que mujeres de todas las edades le dedicaran algún suspiro. El como si nada, se cagaba de risa, lo menos narcisista del mundo.
Mis ultimas incursiones en el tenis también fueron con el. En las cachas del bajo, al lado del Sunderland, le dábamos palo y palo. Y por supuesto que siempre había un momento de descanso entre punto y punto, donde nos cruzábamos cargadas a través de la red, y después siempre una linda charla al final de partido, a la sombra de árboles como hacíamos en “Los Maderos”.
Siempre me voy a acordar de vos Gustavo, y de tu energía que contagiaba tanto. Fuiste un ejemplo de vida para mi y supongo que para varios mas que te conocieron. No te merecías este final tan feo y cruel. Pero se que a tu tiempo le sacaste todo el jugo, lo exprimiste como nadie.
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