
No perdieron su sensibilidad social, sus principios de igualdad, su búsqueda de una sociedad con oportunidades para todos. Pero incorporaron principios republicanos, el respeto por las instituciones, el valor del debate de ideas como fuente de superación. También tienen un entendimiento más cabal y menos lírico del mundo, comprenden mejor como funciona la cultura de las superpotencias, dejaron atrás el melodrama de enfrentarse al sistema para afrontar el drama de amarlo, con sus millones de injusticias (porque debería ser justo, por alguna ley natural?) y desarrollar acciones transformadoras para mejorarlo.
Beatriz Sarlo explica muy bien en un artículo del sábado en La Nación por que K es distinto de muchos setentistas que conozco. Porque no repensó su ideología, porque no abandonó ese leit motive de caudillo carismático que lidera a su pueblo contra los “enemigos de la sociedad”. Porque no evolucionó. Y lamentablemente para cambiar requiere de un proceso intelectual que no creo pueda realizar. (Link: Artículo de Beatriz Sarlo en La Nación)
Ilustración: Mafalda, un personaje típicamente setentista y entrañable.
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