Una de las tantas desconexiones fue con la lectura usual. En el año mi tiempo de lectura se divide más o menos un 80% profesional y 20% personal. En la categoría profesional agrupo (ya que están relacionados con mi actual trabajo y futuros proyectos) a temas de tecnología, empresas, nuevos emprendimientos, management, economía y política. En la categoría personal pongo a la ficción y los ensayos, y creo que a esta temática la relegué últimamente porque priorizo en esta etapa de mi vida mis proyectos profesionales por sobre la cultura en abstracto (por muy gratificante que me resulte).
Decía entonces que me desconecté de mis usuales lecturas y tuve la suerte de dar con el último libro de Juan José Sebreli llamado Comediantes y Mártires. En mi opinión Sebreli es uno de los intelectuales más lúcidos de la Argentina (recomiendo sus otros libros Buenos Aires vida cotideana y alienación, Las aventuras de la vanguardia y El tiempo de una vida) y en Comediantes se despacha con un análisis profundo, imperdible sobre los grandes mitos argentinos que sirve, no exagero, como un espejo para enteder mejor nuestra historia y debatir como queremos encarar nuestro futuro.
Los mitos -dice Sebreli- dependen de una comunidad de creyentes que los fundamentan en los mandatos del sentimiento -deseos, temores, amores y odios, ilusiones y desilusiones, fantasías y sueños. Este atributo localista, en oposición a lo universal de la ciencia (temática que yo trato más en este blog) hace que los mitos sean particularmente útiles para entender la parte subjetiva de las sociedades, el imaginario que guía su acción. Con esta idea es que desmenuza a nuestros cuatro grandes ídolos: Gardel, Evita, el Che y Maradona.
Mi recomendación es entonces que vayan ya a comprar este libro. Calculo que va a ser un bestseller a diferencia de los otros de Sebreli por el tema que toca. Les dejo a continuación algunas de las ideas del libro que más me interesaron.
En mi experiencia por Estados Unidos noté claramente que la postura de la sociedad americana respecto a los ídoles es completamente diferente a la que tenemos en Argentina. Todos los héroes americanos, ya sean políticos (Lincoln, Kennedy, Martin Luther King, entre otros), celebrities (Marilyn Monroe, Frank Sinatra, Ophra Winfrey), deportistas (Babe Ruth) o de cualquier otra índole generan un fervor mucho más limitado, una emocionalidad mas baja, unos seguidores más condicionales que nuestros exponentes nacionales. Sebreli le encuentra una explicación muy interesante a este fenómeno:
El culto a los héroes populares ha arraigado con tanta facilidad en la imaginación de los argentinos porque existía una tradición cultural que provenía del siglo XIX. La necesidad de inventarse una historia heroica que diera fundamento y estabilidad al incipiente Estado nacional y, a la vez, frenara el peligro de disgregarse, temido por las clases dirigentes frente a las oleadas inmigratorias, llevó a organizar una escuela pública donde se inculcaba una verdadera 'religión cívica' con sus símbolos, ritos y ceremonias. Los niños se educaban en un clima de emotividad exacerbada que no favorecía la formación de una mentalidad racional y crítica, se forjaban patriotas pero no ciudadanos.De los cuatro personales, con los que siento más afinidad son naturalmente los más contemporáneos, el Che y Maradona.
(...) Así nació la enseñanza de la historia como una epopeya y el culto de los próceres despojados de toda debilidad humana e intocables como dioses mitológicos.
El Che nació en Rosario, y para mi fue muy claro que la ciudad trato de vincularse más con el Che cuando su fama mundial creció y se hizo celebridad. Si bien el Che sólo nació en Rosario y no hizo más nada acá, nosotros los Rosarinos lo ponemos en los retratos con Olmedo, Fito y el Negro Fontanarrosa, tipos muchísimo mas idenficados con la ciudad. Hasta le hicimos un momumento hace poco.
Del Che respeto mucho su consecuencia, el vivir en plena sintonía con su pensamiento. Aunque según Sebreli hay mucha confusión sobre que es lo que veraderamente pensaba políticamente el Che.
Punto por punto, el guevarismo fue lo opuesto al pensamiento de Marx y del socialismo clásico: sustituía la autoemancipación por la vanguardia iluminada y el jefe carismático, la movilización de masas por el foco, la democracia social por la dictadura política, el partido por la guerrilla, la lucha de clases por la lucha entre naciones ricas y pobres, la clase trabajadora por el campesinado, las condiciones objetivas por el voluntarismo, el socialismo, solo posible en las sociedades más avanzadas, por el de los pueblos más pobres
El modelo del hombre de izquierda, si éste existiera, sería opuesto al guevarista, no es la muerte la que da sentido a la vida sino, a la inversa, la vida es más importante que cualquier ideal, por más noble que éste sea, no justifica el sacrificio de la vida de los demás y ni aun de la propia.
En el caso de Maradona Sebreli hace una análisis detallado, muy documentado e irrefutable del oportunismo Maradoniano. Relata los saltos camaleónicos del Diego de la pizza con champagne menemista al Che y Fidel, de la Cosa Nostra napolitana a las campañas contra las drogas en la costa argentina, sus idas y vueltas oportunistas con Grondona, y en general su cercanía a todo aquel que pudiera darle algo a cambio. A pesar de no saber mucho de futbol, Sebreli intuye que Maradona no es indiscutido fuera de la Argentina como el mejor futbolista de la historia, y trata de justificarlo con algunas estadísticas que no son muy acertadas. Pero el punto de Sebreli es cierto igual. He comprobado que fuera de Argentina Maradona está considerado como un gran futbolista, pero por poca gente el mejor. El ridículo de la Iglesia Maradoniana (que arrancó casualmente, o no tanto, en Rosario) es algo insólito para cualquier persona que no entienda la idiosincracia pro ídolo de la Argentina.
Mi opinión: la tendencia a seguir ciegamente a un ídolo es inversamente proporcional con el nivel de eduación de una persona, y como actitud generalizada no creo que sea algo positivo para el progreso de ninguna sociedad. Admirar y tener modelos, o aun mejor, beneficiarse con un mentor es sin dudas una camino mucho más positivo. Pero lo dice mucho mejor Sebreli:
El culto a los héroes es pernicioso porque proclama el fanatismo como virtud, fomenta el odio y la intolerancia hacia el disidente, remite a impulsos inconscientes destructivos y ataca el pensamiento racional y crítico. Las pasiones colectivas, los delirios de unanimidad, la fusión tribal provocados por la adoración de los ídolos y la creencia en los mitos predispone a los regímenes autoritarios y anula en los individuos la conciencia de su libertad y la responsabilidad de forjar su propio destino.
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