Wednesday, October 01, 2008

El Gráfico y el WSJ


Una sola cosa me queda clara a esta altura de la crisis de Wall Street: nadie la entiende por completo y nadie sabe hasta donde puede llegar. La situación muestra con claridad cuan complejos se han vuelto los instrumentos de deuda que maneja Wall Street. Derivados de derivados de derivados, son ahora como piezas de dominó que empezaron a caer, y vamos a tardar años para ver cual es la última que se cae.

Un consejo para entender algo más de este quilombo: leer el Wall Street Journal. Me permito una analogía. Me acuerdo que en la primaria yo me sentía afuera de las (super apasionadas) charlas de fútbol. Mis compañeros opinaban de todo, y había tantos nombres de jugadores, técnicos, jugadas, hinchadas, etc, que yo no conocía que era imposible para mi seguirles la onda. Hasta que un día, año 1987 o 1988, después de un ñuls 4 Boca 1 en El Parque, mi abuelo me compró El Gráfico. La revista me encantó y la empecé a comprar todas las semanas. Pasó poco tiempo más y no sólo que me sumé a las charlas futboleras, sino que casi siempre sabía más que el resto, de fútbol y de todos los deportes.

Cierro la analogía diciendo que el WSJ es para hablar de esta crisis lo que El Gráfico era para mis charlas futboleras del primario. Lo que si, mucho más lindo es el fútbol.

1 comment:

Anonymous said...

Hola Luciano, soy José Luis y revisando tu blog me has hecho reflexionar, pues ciertamente me he sentido identificado con la historia dé “El Gráfico” y esa recuperada sensación de participar con criterio “propio” en los debates sociales, esa sensación se vuelve a repetir cada vez que nos adentramos en un nuevo campo del conocimiento del que antes no sabíamos nada (fórmula 1, nuevas tendencias musicales, informática o Copa Davis 2008 (Lo siento)). La economía, y en particular la bolsa es uno de esos nuevos campos en los que me he adentrado y me ha dado una sensación parecida a la del jefe indio de la siguiente historia:
Era otoño, y los indios de una remota reserva norteamericana preguntaron a su nuevo jefe si el próximo invierno iba a ser frío o apacible. Como aquel jefe había sido educado en una sociedad moderna, no conocía la vieja sabiduría de su raza. Así que, cuando miró el cielo, se vio incapaz de adivinar qué iba a suceder con el tiempo. Para no parecer inseguro o dubitativo, respondió que el invierno iba a ser verdaderamente frío y que los miembros de la tribu debían recoger leña para estar preparados.
No obstante, como también era un hombre práctico, a los pocos días tuvo la idea de telefonear al Servicio Nacional de Meteorología. «¿Este invierno será muy frío?», preguntó. «Sí, parece que el invierno será bastante frío», respondió el funcionario de guardia.
De modo que el jefe volvió con su gente y les dijo que se dispusieran a reunir todavía más leña, para estar aún mejor preparados. Una semana más tarde, el jefe indio llamó de nuevo al Servicio de Meteorología y preguntó lo mismo. «Sí, va a ser un invierno muy frío», aseguró de nuevo el funcionario. En el poblado siguieron recogiendo toda la leña posible, asustados por lo que se presentaba como un invierno realmente crudo. Dos semanas después, llamó de nuevo al Servicio de Meteorología y volvió a preguntar: «¿Están ustedes seguros de que el invierno va a ser tan frío? ¿Cómo pueden estar tan seguros?». «Sin duda alguna lo será —respondió el funcionario que esta vez atendió su llamada—. Fíjese usted si va a ser frío que los indios están recogiendo leña como locos».
Quizá esta pequeña historia explique un poco el funcionamiento de la bolsa y de algunas de nuestras decisiones. En general deberíamos saber con seguridad cuales son las fuentes a partir de las cuales tomamos decisiones y que fiabilidad tienen, frente a la imposibilidad de comprobarlo, nos quedamos más tranquilos cuando opinamos como la inmensa mayoría de la gente que conocemos o que está en una situación similar a la nuestra, ese mimetismo se realimenta de unos a otros hasta construir una “verdad” que todos aceptan como evidente e indiscutible.
Un saludo!